Innumerables veces este sendero se acortó para poder escuchar estas palabras, tantas noches anhelando oírlas de ti. Aunque no fueras tú, siguen siendo especiales para mí, evocando una mezcla de melancolía y felicidad. ¡Rayos! ¿Quién diría que unas simples palabras podrían tener el poder de desencadenar mil emociones y transportarme a mil horas en el paraíso de las sensaciones, donde cada letra se refleja vívidamente?
Tantas noches y madrugadas pensando en qué hacer, deseando que fueras tú. Tan profundamente enamorado de ti, de tu cintura y tu personalidad, para que al final todo se desvaneciera en un adiós, en palabras que marcaron el inicio de una nueva amistad y me hicieron reflexionar sobre muchas cosas. ¿Te odio? No puedo, Dios no odia a sus hijos, y yo no podría odiarte a ti, sin lugar a dudas. Mi corazón, lleno de tantas emociones entrelazadas, no sabe qué hacer ni cómo sobrevivir en esta situación de naufragio desconocido.
Cada noche, sin poder conciliar el sueño, los sueños, las visiones, las emociones me hacen darme cuenta de lo poco que realmente te quería amar y de cuánto entregué al final, a cambio de tus momentos. Poco a poco me consumí en esta pequeña constelación llamada Sirius. A pesar de todo, el mundo sigue teniendo un sabor para mí amargo y navegaré por este naufragio desconocido…
Regresaré a los mares, a olvidar, a valorar y a cuidar más allá de las emociones que surgen entre la realidad y, sobre todo, en este nuevo horizonte que apenas comienza a desplegarse.
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